Saguis, primates del nuevo mundo

Existen varias especies de estos primates en el territorio brasileño, pero el Sagui do Tufo Branco (Sagui de copete blanco) es una especie nativa de los estados nordestinos y aparecen en algunos remanentes de la floresta atlántica y caatinga de esa región.

Es el sagui más conocido y común pudiendo pesar entre 350 y 450 gramos, cola mayot que el cuerpo con la función de equilibrarse y el pelaje blanco alrededor de las orejas. Vive en grupos de hasta 15 animales y tienen hábitos diurnos. Ellos poseen una dieta rica en frutos, insectos, arañas, huevos, pequeños vertebrados y también se alimentan de la goma de los troncos que roen en períodos de escasez.

Estos animales alcanzan la madurez sexual entre los 18 a 24 meses. El período de gestación varía entre 140 a 160 días. Normalmente nacen dos crías de cada gestación los cuales son cargados por la propia madre y por otros miembros del grupo. La hembra amamanta sus hijos hasta los dos meses, pero con dos semanas ellos ya comienzan a probar frutas maduras. A los 20 días, los jóvenes comienzan a explorar un poco el ambiente, aún andando a costas de sus padres.

Cuando la banda es amenazada, emiten sonidos muy agudos, alertando a todo el grupo y protegiendo su territorio.

Podemos observar muchas similaridades al estar próximos de estos animales tan curiosos y habilidosos, simplemente por también ser primates y compartir un ancestro común  a todos los animales de este grupo.

El Sagui de Copete Blanco es una especie que interactúa con el ser humano aunque sufre con la pérdida del hábitat debido al crecimiento de los centros urbanos y desforestamientos. En el municipio tenemos algunas áreas que sostienen la vida de estos animales como el Santuario Ecológico, el Parque Estatal de la Mata de Pipa y entre otros remanentes de mata atlántica sobre las dunas. Podemos contribuir con la vida de esta y hasta de otras especies simplemente plantando o manteniendo los árboles nativos existentes, para que éstos sirvan de soporte para su alimentación y desplazamiento.

Por Daniel Henrique Gil. Texto originalmente publicado en la Revista Bora - edición 04 - Feb/Mar 2014